
La mascota de los hermanos Hombre Lobo
Author: yalorde lb91
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Introduction
Sin previo aviso ni delicadeza alguna, Matt Montalvo pegó su boca a la mía y terminó metiendo su lengua en mi garganta.
¿Qué historia de hombres lobo que se respete no tiene a los habituales e indispensables chicos calientes, sensuales y atractivos para comerse con Nutella?
Deben ser tres, ¿verdad? Tenemos que cumplir con el cliché.
Deben ser los más guapos de todo el campus, los más populares, los más ricos y los más hijos de puta... Obviamente.
Bueno, les presento a los gemelos Mark y Matt Montalvo, altos, atléticos, de ojos marrones, cabello negro (imaginen el resto, sé que son excelentes en eso) son prácticamente idénticos excepto por el lunar que adorna la barbilla besable del insufrible Mark. Por supuesto, no están solos, no.
Con ellos viene su hermano menor, el sabroso Ramses, similar a ellos pero mucho más... simpático, si me preguntan.
Me gustaría mentir y decir que adoro a los gemelos, que besaría el suelo que pisan, que tengo un altar con sus nombres y que rezo por ellos... nah.
Rezo, sí, ¡pero para que un maldito rayo los parta!
Tuve la desgracia de conocerlos cuando estaba en cuarto grado...
Todo sucedió en mi último año de la escuela de medicina.
Estaba estudiando en la Universidad de Ciencias Médicas de mi provincia, aquí en Cuba, y estaba en medio del segundo semestre del internado cuando estalló la calamidad:
¡Encontraron a una estudiante muerta en el edificio de las chicas!
Según los resultados de la autopsia, la chica había sido estrangulada.
¿Lo peor de todo?
La chica muerta era mi compañera de cuarto y fui yo quien la encontró.
—Los Montalvo estaban escondiendo algo. Algo terrible, y por lo que había escuchado, sospechaba que estaba relacionado con el asesinato de Amalia. ¿La habían matado ellos? ¿Habían sido los gemelos?
—Mark fue quien me persiguió con el cuchillo anoche. ¡El maldito imbécil! Aparentemente, quería asustarme para que regresara a mi pueblo con el rabo entre las piernas y no descubriera lo que estaban tramando, ¡pero su nefasto plan le salió mal! En ese mismo momento, estaba bajo su techo y tendría que soportarme aunque no quisiera.
—¡Dios mío, Dios mío! ¡A Matt Montalvo le gusto! Quiero decir... ¿cómo? ¿Por qué? ¿Desde cuándo? Y lo que es más... ¡pagó para que arreglaran la puerta de mi dormitorio!
¿Qué historia de hombres lobo que se respete no tiene a los habituales e indispensables chicos calientes, sensuales y atractivos para comerse con Nutella?
Deben ser tres, ¿verdad? Tenemos que cumplir con el cliché.
Deben ser los más guapos de todo el campus, los más populares, los más ricos y los más hijos de puta... Obviamente.
Bueno, les presento a los gemelos Mark y Matt Montalvo, altos, atléticos, de ojos marrones, cabello negro (imaginen el resto, sé que son excelentes en eso) son prácticamente idénticos excepto por el lunar que adorna la barbilla besable del insufrible Mark. Por supuesto, no están solos, no.
Con ellos viene su hermano menor, el sabroso Ramses, similar a ellos pero mucho más... simpático, si me preguntan.
Me gustaría mentir y decir que adoro a los gemelos, que besaría el suelo que pisan, que tengo un altar con sus nombres y que rezo por ellos... nah.
Rezo, sí, ¡pero para que un maldito rayo los parta!
Tuve la desgracia de conocerlos cuando estaba en cuarto grado...
Todo sucedió en mi último año de la escuela de medicina.
Estaba estudiando en la Universidad de Ciencias Médicas de mi provincia, aquí en Cuba, y estaba en medio del segundo semestre del internado cuando estalló la calamidad:
¡Encontraron a una estudiante muerta en el edificio de las chicas!
Según los resultados de la autopsia, la chica había sido estrangulada.
¿Lo peor de todo?
La chica muerta era mi compañera de cuarto y fui yo quien la encontró.
—Los Montalvo estaban escondiendo algo. Algo terrible, y por lo que había escuchado, sospechaba que estaba relacionado con el asesinato de Amalia. ¿La habían matado ellos? ¿Habían sido los gemelos?
—Mark fue quien me persiguió con el cuchillo anoche. ¡El maldito imbécil! Aparentemente, quería asustarme para que regresara a mi pueblo con el rabo entre las piernas y no descubriera lo que estaban tramando, ¡pero su nefasto plan le salió mal! En ese mismo momento, estaba bajo su techo y tendría que soportarme aunque no quisiera.
—¡Dios mío, Dios mío! ¡A Matt Montalvo le gusto! Quiero decir... ¿cómo? ¿Por qué? ¿Desde cuándo? Y lo que es más... ¡pagó para que arreglaran la puerta de mi dormitorio!
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