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#39:

Al día siguiente, empacamos todo y nos fuimos a Santa Clara. Los gemelos estaban radiantes de felicidad, yo no podía dejar de contemplar y jugar con mis anillos. Extendía mi mano y los miraba.

—¿Te gustan? —susurró Matt, sentado a mi lado.

—Son hermosos. Gracias.

—Tú eres más hermosa, mi colibrí ...