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#38:

¿Qué puedo decir?

Ese mes en Varadero engordé como un cerdo, y estaba delirantemente feliz.

A medida que pasaban las semanas y casi teníamos que regresar, los gemelos se ponían cada vez más nerviosos.

Se susurraban entre ellos y de repente se quedaban en silencio cuando yo llegaba, y podía sentir la...