Innocent Luna, rey de la mafia

—No, por favor, no me hagas esto —susurró ella, su voz temblando de miedo.
—¿Alguna vez he mostrado misericordia a alguien, querida Mate? ¿Por qué deberías ser una excepción? —replicó él, su voz rezumando malicia.
—Por favor, te lo suplico, no me hagas esto —rogó ella, sus palabras apenas audibles entre sollozos—. ¿Por qué haces esto? Duele tanto. Te odio. Por favor, detente.
—¿Cómo te atreves a intentar escapar de mí? ¿Crees que tienes el valor para desafiarme? —gruñó él, su voz goteando con rabia venenosa.
—Lo siento, por favor, prometo que no volveré a cometer este error. Por favor, ten piedad —suplicó ella, sus palabras formando una melodía desesperada.
—Tus súplicas son como dulce música para mis oídos, Ángel —se burló él, su voz llena de placer sádico—. Te atreviste a huir de nuestro matrimonio. Hoy te voy a mostrar el alcance de mi poder.
—¡Ahhhhhhhhh!!!!