Read with BonusRead with Bonus

hirviente

—¿Quién demonios eres? —gritó Maya, luchando contra las cuerdas, su pulso martillando de confusión. ¿Por qué demonios estaban todos atados?

Recordaba estar en casa, tomando té con todos. Luego—nada.

Y ahora, estaba aquí. Atada.

—Nunca pensé que fueras tan tonta, Maya —se burló Aman—. ¿Ni siquiera...