El pecador
Peaches
«¿De verdad crees que voy a meter la mano en esa porquería? ¡Ah!»
Me cogió de la oreja, me puso de puntillas y me arrastró hacia la papelera.
«Le dije: coge el libro».
Sentí que sus palabras se estremecían alrededor de mi oreja, se estiraban y dolían, y casi me llenaban los ojos de lágrimas.
Tal vez fuera el dolor o la humillación, o ambos, pero mi rostro estaba rojo como el fuego.
Al no tener salida, mi cerebro obedeció impulsivamente. Lentamente me arrodillé, en contra de mi incredulidad, y ...
Me cogió de la oreja, me puso de puntillas y me arrastró hacia la papelera.
«Le dije: coge el libro».
Sentí que sus palabras se estremecían alrededor de mi oreja, se estiraban y dolían, y casi me llenaban los ojos de lágrimas.
Tal vez fuera el dolor o la humillación, o ambos, pero mi rostro estaba rojo como el fuego.
Al no tener salida, mi cerebro obedeció impulsivamente. Lentamente me arrodillé, en contra de mi incredulidad, y ...