Ceniza y sangre
Lisa Muller
«Tan impaciente».
«Cállate y bésame», responde.
No es necesario que se lo diga dos veces. En un abrir y cerrar de ojos, Lorcan la recoge con un movimiento demasiado rápido para que el ojo humano la vea. Enganchando sus piernas alrededor de su cintura, la lleva hacia la cama mientras sus labios hacen una guerra. Ya es increíblemente duro para ella, sus pantalones se vuelven insoportablemente incómodos cada segundo, ya que su paciencia pende de un hilo.
«Esto...», dice, tirando de la parte trasera...
«Cállate y bésame», responde.
No es necesario que se lo diga dos veces. En un abrir y cerrar de ojos, Lorcan la recoge con un movimiento demasiado rápido para que el ojo humano la vea. Enganchando sus piernas alrededor de su cintura, la lleva hacia la cama mientras sus labios hacen una guerra. Ya es increíblemente duro para ella, sus pantalones se vuelven insoportablemente incómodos cada segundo, ya que su paciencia pende de un hilo.
«Esto...», dice, tirando de la parte trasera...