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Capítulo 41 - Placeres

Amaia en primera persona

—Estás despedido— dijo Roland, y Hugo, sin mirar atrás, salió de la habitación.

—¿De qué se trataba eso?— pregunté.

—Nada de lo que debas preocuparte, amor— respondió, abrochándose su reloj dorado a la muñeca.

Se giró hacia mí, y con dos largas zancadas llegó al lado de ...