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47. Y al final, era verdad.

Narra Javier.

No dormí.

El vaivén lento de la hamaca y el murmullo del mar fueron los únicos testigos de mi insomnio. El cielo se tiñó de un gris claro que no promete nada, como yo. Como todo lo que me rodea ahora.

Tengo los ojos abiertos, fijos en un punto invisible, mientras las palabras de Silvia...