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45. Donde nadie me vea.

Narra Javier.

No hay barco.

No hay avión.

No hay salida.

Y no hay explicación.

Nadie sabe nada, o eso dicen. El puerto está cerrado. La pista de aterrizaje, también. Todo quedó suspendido como si el mundo se hubiera detenido para burlarse de mí. Como si la isla se hubiese convertido en un hermoso p...