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33. Lo que no se dice.

Entramos por la galería lateral, los pies descalzos sobre el mármol fresco, el aire húmedo del amanecer todavía pegado a la piel. La casa está silenciosa, tan silenciosa que cada paso parece un susurro indebido. No se oye nada. Ni risas, ni música, ni esa voz de Javier que siempre parece estar conta...