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Capítulo 49: Ecos de una cena compartida.

La luz suave de la mañana se colaba por las ventanas de la oficina, tiñendo los escritorios de un dorado tranquilo. Sabrina se acomodó en su silla, aún con el abrigo puesto, y dejó que el silencio la envolviera por unos segundos. No había nadie más allí todavía. Solo ella… y sus pensamientos.

Recor...