La Luna Maldita del Rey Alfa

Encontré a mi compañera destinada cubierta de marcas y señales de agujas, sin su lobo, y apestando a químicos cuando la llevé por primera vez a mi manada.
Estaba acostada desnuda en mi cama, y yo le aplicaba ungüento...
Mi erección se tensaba dolorosamente contra mis pantalones, su contorno claramente visible y sustancial. Sus ojos verdes se posaron en ella, la curiosidad reemplazando el miedo.
—¿Qué es ese... palo? ¿Por qué tienes un palo en los pantalones? —preguntó inocentemente, sus ojos fijos en el bulto.
Me congelé. Mi lobo Luca rugía de risa en mi cabeza. ¡Ni siquiera sabe lo que es un pene!
Ella extendió la mano tentativamente, sus dedos rozando mis jeans.
—¿Quieres que te ayude a sacarlo? Porque pareces muy incómodo.
Luca estaba perdiendo la cabeza de la risa en mi cabeza.
—No —advertí, mi voz bajando a un gruñido.
—¡Oh! ¿Te lastimé? —preguntó, la confusión y la preocupación nublando sus rasgos— ¿Para qué sirve?
¡Oh Dios, te está matando, amigo! Luca se burló.
—Cuando quiero aparearme con alguien...
—¿Conmigo? Dijiste que yo era tu compañera —preguntó en voz baja, pero sin miedo.
La pregunta inocente casi me hizo perder el último hilo de control.
—Sí, contigo —admití con voz ronca.
¿Cómo no estaba avergonzada en absoluto durante lo que debería haber sido una conversación mortificante?
Dios, ¡mi pene estaba tan duro!
Descubrí que parecía estar ocultando más secretos... ¡Esta Luna con un trasfondo desconocido realmente me está dando nuevos desafíos!