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Capítulo 53

Me recosté contra el suave cuero de mi sofá, cerrando los ojos mientras el peso del día me aplastaba.

La imagen de Isolde arrodillada en el suelo de mármol de la oficina de Nathaniel, con lágrimas corriendo por su rostro, se negaba a abandonar mi mente. Verla llorar, tan vulnerable y rota, me apuña...