Read with BonusRead with Bonus

Prólogo

—Asher, bájame de una puta vez ahora mismo.

—No, es hora de que entiendas —dijo él.

—¡TÚ, MALDITO LOCO, DESQUICIADO, ACOSADOR!

—Si escucho una palabra más de ti, te pondré una mordaza.

Escuché la puerta abrirse y él me hizo ponerme de pie. Desató mis manos y las levantó en el aire. Estaba atándolas por encima de mi cabeza.

—Por favor, detente.

—No, intenté ser indulgente contigo, pero no quisiste escuchar. Dije que no te haría daño, pero lo estás empujando, conejita —dijo mientras comenzaba a desabrochar mis jeans.

—Asher, lo siento.

—Una palabra más y te pondré una mordaza —dijo.

Podía sentirlo frente a mí. Me agarró las piernas y, en un solo movimiento, se metió en mí.

—Joder —no pude evitar gritar.

—Necesitas aprender a ser obediente —dijo mientras seguía embistiéndome. Cuando sentí sus manos en mi clítoris, mi cuerpo tembló.

—Asher, por favor, es demasiado.

—No. Si realmente quisiera castigarte, te daría todo de mí —dijo contra mi oído, y todo mi cuerpo se congeló. De repente, se movió y yo estaba de pie otra vez. Este hombre estaba loco.

Lo sentí detrás de mí.

—Diez latigazos por tu desobediencia —dijo.

—Asher, por favor.

—No —su voz era fría y carente de emoción.

No tenía idea de qué tenía en sus manos, pero cuando hizo contacto con mi piel, dolió, y grité de dolor. Con cada latigazo, mi trasero se volvía más caliente y doloroso. Para cuando terminó, estaba llorando.

—Deja de desobedecerme —dijo.

—Que te jodan —estaba demasiado enojada con él. Estaba más enojada conmigo misma por dejar que esto sucediera. Me agarró las piernas y se metió en mí. Sentí sus manos en mi cabello. Apretó mi cabello y mi cabeza cayó hacia atrás mientras él embestía en mí con tanta fuerza que los únicos sonidos que salían de mis labios eran gemidos.

Siguió así durante lo que parecieron horas, jugando con mi clítoris mientras me follaba, y aunque intenté resistirme, no pude. Estaba desesperada por liberarme y no podía aguantar más.

—Por favor.

—¿Por favor, qué? —preguntó mientras mordía mi cuello, marcándome.

—Necesito correrme —dije en un susurro. Y de repente se fue. Sentí que desataba mis manos; me levantó y comenzó a caminar. Escuché el agua caer y supe que estaba en la ducha.

—Asher, por favor.

—No. Si te tocas de alguna manera antes de que te tome de nuevo, esto no será nada comparado con lo que haré la próxima vez, Skylar —dijo mientras continuaba lavando mi cuerpo. Cuando terminó, lo sentí arrodillarse ante mí, y su boca estaba sobre mí.

—Lo siento, Asher, déjame correrme, por favor —le rogué, y él se detuvo.

—No —dijo.

Previous ChapterNext Chapter