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Fuego.

Allí donde su piel tocaba la mía, mi cuerpo parecía en llamas.

Mis piernas se separaron para hacerle lugar, estremeciéndome al sentir su lengua entre mis muslos. No le costó convertirme en un manojo de escalofríos y gemidos, provocándome un placer aún mayor que las noches anteriores. Algo q...