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Ignorando el vaivén del abedul, corrí alrededor de él y salí del área. El dolor palpitaba en mis piernas y dedos, y la sangre goteaba de las heridas. Algunas criaturas demoníacas se alimentaban de sangre, pero no de la vena como un vampiro ordenado. No, les gustaba desgarrar la carne y lamer los cue...