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Capítulo treinta y seis

Me di cuenta de que no había desayunado y ya era la hora del almuerzo.

—Jaden —llamé, bajando la voz.

—¿Qué pasa?

—¿Ya terminaste?

—No lo sé, casi.

—¡Apúrate, por favor! ¡Me muero de hambre! —dije.

—Ni siquiera estás quemando calorías —dijo él.

—No desayuné —respondí bruscamente.

—Vaya, cálm...