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Capítulo treinta y tres

—¡Domino! —gruñó Jaden.

El arañazo era puro dolor, más doloroso que cualquier otro arañazo que hubiera experimentado en mi vida. El arañazo ardía como si alguien hubiera esparcido pequeñas llamas sobre él y podía sentir mis mejillas hinchándose lentamente.

—¿Estás bien?

El dolor en mi mejilla cap...