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Introduction
Es un paquete grande. Estaba a punto de abrir la puerta cuando escuché unas risitas del otro lado. Era una mujer, lo sé porque ¿qué hombre se ríe así?
—Oh sí, eso se siente bien —gimió la mujer.
Un rubor apareció en mi rostro al escuchar eso. No quiero interrumpir, pero tengo deberes que atender.
Toco la puerta con la esperanza de que me escuchen y comienzo a entrar solo para quedarme congelada en el lugar. Las lágrimas llenan mis ojos al ver a la pareja de adolescentes frente a mí.
Volteé la cabeza hacia mi compañero. Me estaba mirando sin ninguna emoción en su rostro. Sin ningún arrepentimiento por estar besando a otra persona.
—Zep...
—No digas mi nombre —me interrumpió bruscamente, haciéndome estremecer.
—¿Pero por qué? —pregunté con voz quebrada. Su expresión facial se volvió furiosa.
—Una zorra que ya tiene un hijo que no es mío. Alguien que es una renegada y una desgracia para nuestra especie. Dime, compañera, ¿con cuántos hombres te has acostado? Puedo oler que has estado con unos cuantos. ¿Sabes siquiera quién es el padre de tu desgracia? ¿eh?
Mi respiración se volvió entrecortada mientras escuchaba lo que decía. Estaba congelada. No podía hablar.
—Yo, Zephania Abrahms, te rechazo, Sasha, como mi compañera. Mi patética compañera.
—Oh sí, eso se siente bien —gimió la mujer.
Un rubor apareció en mi rostro al escuchar eso. No quiero interrumpir, pero tengo deberes que atender.
Toco la puerta con la esperanza de que me escuchen y comienzo a entrar solo para quedarme congelada en el lugar. Las lágrimas llenan mis ojos al ver a la pareja de adolescentes frente a mí.
Volteé la cabeza hacia mi compañero. Me estaba mirando sin ninguna emoción en su rostro. Sin ningún arrepentimiento por estar besando a otra persona.
—Zep...
—No digas mi nombre —me interrumpió bruscamente, haciéndome estremecer.
—¿Pero por qué? —pregunté con voz quebrada. Su expresión facial se volvió furiosa.
—Una zorra que ya tiene un hijo que no es mío. Alguien que es una renegada y una desgracia para nuestra especie. Dime, compañera, ¿con cuántos hombres te has acostado? Puedo oler que has estado con unos cuantos. ¿Sabes siquiera quién es el padre de tu desgracia? ¿eh?
Mi respiración se volvió entrecortada mientras escuchaba lo que decía. Estaba congelada. No podía hablar.
—Yo, Zephania Abrahms, te rechazo, Sasha, como mi compañera. Mi patética compañera.
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