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Capítulo ochenta y cuatro

Katherine giró la cabeza y besó su áspera palma.

—Jensen, necesitas descansar —dijo.

—No te voy a perder de vista, Kat —gruñó él, luego sonrió con tristeza al darse cuenta de que debía hacerlo—. Esa pequeña general me dio dos minutos antes de echarme. —Su expresión se tornó urgente—. Katherine, si...