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Capítulo cincuenta y cinco

—No te rías —dijo ella, al ver la expresión en su rostro.

Él se cubrió la boca. —No me estoy riendo. Solo estoy un poco... sorprendido —dijo.

—No pude resistir. —Ella agarró una toalla y se frotó la boca con ella hasta que sus labios quedaron rojos.

Él le agarró la muñeca. —Para.

—Estoy tan aver...