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Capítulo veintiocho

Él estaba sonriendo.

—Le gustas —dijo.

Katherine dejó que Rufus oliera su mano, él la lamió y ella lo rascó detrás de las orejas.

—Debe gustarle mucho también —dijo ella—. Y te cuida... supongo.

—Vaya perro guardián —comentó Jensen—. Si así reacciona con cada extraño que viene aquí, entonces est...