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Capítulo veintitrés

Él era tan duro, pensó Katherine.

Se inclinó sobre él. Le daban ganas de reír con el embriagador poder que tenía sobre él. Pasó su boca mordisqueante por la dureza de su mandíbula hasta la carne de su garganta, sus dedos desabrochando su cuello para exponer más de él a su boca ocupada.

No podía pe...