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Capítulo ciento seis

Y luego su boca se suavizó, y ya no era un castigo sino una recompensa, y ella le devolvió el beso, deslizando sus brazos alrededor de su cintura, presionándose contra él con un anhelo desesperado que no comprendía del todo.

Necesitaba estar aquí. Apretada contra él, su boca sobre la de ella, sin e...