Read with BonusRead with Bonus

Capítulo ciento dos

—¿Por qué no practicas lo que predicas, hermana? Y, oh, un consejo, eso de rodar los ojos... no te queda nada bien. Solo digo —dijo Tim.

Chloe Gilbert ya había tenido suficiente de este arrogante deportista y sus amigos.

—¿Podrías, por favor, apartarte de mi camino ahora... Tim? ¿O también el pasi...