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CAPÍTULO SETENTA Y SIETE

Los gritos me hicieron sonreír, y debía parecer una loca, el fuego lamiendo mi piel desnuda, quemando mi ropa así como quemaba a los lobos que corrían descontrolados en el espacio cerrado en el que los había forzado después de que el temporizador se activara.

Al principio fue divertido, al menos pa...