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CAPÍTULO SETENTA Y SEIS

No hubo pelea.

Todos actuaban como si hubiera desarrollado algún tipo de enfermedad contagiosa y se mantenían alejados de mí.

Finalmente, Julian bajó y se sentó a mi lado.

—No me esperaste —dijo en voz alta, con un tono áspero, pero podía sentir que temblaba bajo esa necesidad de demostrar que er...