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CAPÍTULO SESENTA Y SEIS

Estaba a punto de ir a revisar la puerta, pero Dorita se me adelantó y me senté en la silla detrás de la puerta.

Ella abrió la puerta y entró con utensilios para el cabello y pánico en los ojos.

Antes de que pudiera preguntar cuál era el problema, escuché la voz desde afuera que me llenó de pánico...