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CAPÍTULO TREINTA Y DOS

—Hola chicas, ¿qué tal? —pregunté con una sonrisa forzada mientras intentaba pasar junto a las cinco chicas reunidas en el pasillo con Dorita al frente.

—¿Dónde estabas? —me preguntó Dorita, con los ojos entrecerrados en señal de sospecha.

Observé su postura, mi cerebro calculando la hostilidad en...