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CAPÍTULO VEINTIOCHO

El palo de la fregona que sostenía en mi mano cayó y resonó en el suelo, el sonido repentino me sacudió de mi ensueño.

—Lo siento, Su Majestad— me disculpé rápidamente y me aparté de su camino, apresurándome hacia la puerta para darle privacidad.

Nunca había estado en una situación tan incómoda y ...