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CAPÍTULO DOSCIENTOS ONCE

Bajé del coche con la ayuda de Reed y la vista ante mí era impresionante.

Podría apostar a que el rey no había pedido este nivel de preparación para nuestra llegada, pero todos parecían estar en éxtasis con su entusiasmo.

—¡Sus Majestades! —vi a un Darius con mejor aspecto mientras venía a darnos ...