Read with BonusRead with Bonus

CAPÍTULO DOSCIENTOS CUATRO

Lucien tenía hambre, Reed estaba hambriento, ¿y yo? Yo estaba extendida como un bufé para mis hombres justo allí en el ring de boxeo.

—Sabes —comenzó Reed, arrodillándose—, siempre tuve miedo de que cuando dejaras de tener tu calor, no volveríamos a ver esta parte de ti.

Me reí de eso, solía escon...