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CAPÍTULO DIECIOCHO

Había pasado alrededor de una hora y media sacando a Dorita del borde de la muerte, y en ese lapso de tiempo, los invitados a la fiesta se habían saciado y se habían ido del salón de baile.

Miré alrededor la situación que habían dejado atrás, con la boca abierta.

—¿Vas a quedarte ahí toda la noche...