Read with BonusRead with Bonus

CAPÍTULO CIENTO CINCUENTA Y TRES

Lo miré con asombro, la realización de cuán perturbado estaba este hombre me invadía en oleadas.

No seguía las reglas de nadie más que las suyas, y si alguien iba en su contra, no se arriesgaba manteniéndolo con vida. Si alguna vez había dudado de que había matado a mi madre, me lo acababa de demos...