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CAPÍTULO CIENTO CINCUENTA Y UNO

Observé con dolor en mis ojos cómo arrastraban a mi compañera a la sala de torturas en la que Lucien y yo habíamos estado los últimos dos días.

Pensé que el virus era suficiente castigo, e intenté ocultarles a estas brujas que estaba curado, pero de alguna manera lo descubrieron, y su líder ha pasa...