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CAPÍTULO CIENTO TREINTA Y OCHO

—Esto no es un juicio, sino una cacería de brujas.

Esas palabras seguían dando vueltas en mi cabeza, poniendo mi mente en un torbellino de miedo mezclado con ansiedad y desesperanza.

Tenía las manos atadas detrás de la espalda y una máquina colocada alrededor del cuello para impedir que mi lobo me...