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CAPÍTULO CIENTO TREINTA Y SIETE

Aurelie no lo logró.

Cuando regresé del lugar lejano donde habían puesto la señal de alto, cojeando mientras mi cuerpo intentaba sanarse, la vi en los brazos de Tommy, el lobo mayor lamiendo la marca en su cuello.

Me repulsó la vista delante de mí, su falta de resistencia y la forma en que simplem...