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CAPÍTULO CIENTO DIECISÉIS

Al principio estaba lamentando este juego improvisado que había comenzado, pero cuando Lucien entró corriendo en la habitación desde la cocina, con una amplia sonrisa en su rostro, no pude contener la risa que brotó de mi garganta, y ellos se unieron, aliviando la tensión en la habitación.

—Voy a s...