Read with BonusRead with Bonus

CAPÍTULO CIENTO UNO

Se me erizó el pelo de lobo de lo asustado que estaba.

La voz era desconocida, y no podía decidir si eso era bueno o malo. No lograba entender por qué alguien querría secuestrarme aquí en Grecia. Mi vida estaba en Rusia y Nueva York. Apenas había comenzado a hacer amigos aquí, creía que hacer enemi...