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44. La ira está a rabiar

Emara Stone

—Te odio— le escupo.

Sus ojos verdes se levantan hacia mí, abiertos de par en par por la sorpresa.

Sus labios se abren, y un aliento sin sonido se escapa de él como si le hubieran disparado en el corazón.

—No me importa si tu madre te dejó en un orfanato, o si tu padre los rechaz...