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57. Me besó.

En el centro del patio, las espadas chocaban entre sí, chispas volando con cada golpe.

La pelea era intensa—mortal y escalofriante—pero en los ojos de los dos hombres involucrados, parecía un juego de niños.

Duncan movía su espada con precisión, sus movimientos sin esfuerzo, como si la hoja no pes...