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55. La bestia que hay en ella

Unos minutos después, Nadia entró en la habitación, con la mirada baja y el corazón latiendo con fuerza mientras se retorcía en su delgado vestido. Su respiración era pesada y rápida.

Toran se acercó a ella lentamente, deliberadamente. Nadia se obligó a no moverse hasta que él la alcanzó.

—Mírame ...