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260. El baile

Ojos se abrieron de par en par. Bocas se quedaron abiertas.

—¿Serás no solo mi reina, sino mi esposa... esta noche y para siempre? —dijo el Rey Duncan, acariciando su nudillo. Su mirada se fijó en la de ella como si fuera lo más importante del mundo.

—Sí, por favor —dijo ella con voz quebrada mien...