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Uno y único

—¿D...acabo de oler a mis cachorros en ti?

Arianna dejó de respirar, como si sus pulmones estuvieran tan sorprendidos que se negaran a funcionar. El fuerte latido en su pecho se duplicó, y estaba segura de que él podía escucharlo.

—¿T...tú puedes... olerlo? —preguntó, su voz gruesa de shock.

Los ...