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135. Castigando al pequeño lobo

No devolvió el saludo. Solo la miró—y eso hizo que su estómago se retorciera. Se reprendió a sí misma internamente.

—Bueno...—carraspeó—esto no es lo que parece, mi Señor.

Él levantó la ceja gruesa, cruzando los brazos sobre su pecho, sus ojos carmesí gritaban las palabras. '¿En serio?!'

—Puedo e...