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Capítulo 116: Cenizas y ecos

El huerto silencioso emanaba una quietud que no se sentía como paz. El aire era pesado, más un peso que un bálsamo, como si los propios árboles contuvieran la respiración. Incluso a la luz del día, las sombras se aferraban a las raíces, densas e inmóviles, como si se resistieran a soltar lo que habí...