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Capítulo 23 Los girasoles y los malentendidos

No dormí bien anoche, solo encontré algo de descanso en las primeras horas de la mañana.

A las siete, alguien llamó a mi puerta.

El golpe me despertó. Me levanté para abrir y encontré a Phillip en el umbral. Frotándome los ojos, logré decir con voz somnolienta—Señor Kingston, buenos días.

—¿No vi...