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Estás vacío

Dejé de contar los días.

Al principio, lo intenté. Marcaba líneas invisibles en la pared con una uña astillada, señalando cada una con un susurro de esperanza. Pero después del sexto o séptimo, tal vez el décimo, tal vez el vigésimo—dejé de hacerlo. La piedra no cambiaba. Tampoco el silencio.

La c...