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Preparados para la guerra

Jason fue el primero en romper el silencio. Su silla raspó con fuerza contra el suelo de piedra mientras se levantaba, sus ojos fijos en los míos, fieros y desesperados.

—No me importa lo que diga la profecía—dijo, su voz temblando pero firme—. No estás sola en esto, Astrid. Te juro mi vida. Pase l...